Una reforma fiscal es una modificación que realiza un país, o un territorio, en materia de legislación impositiva. A través de la reforma se procede al cambio de las distintas normas que establece el sistema tributario, con el objetivo de establecer una nueva estructura del sistema.
La reforma fiscal es, en otras palabras, el proceso mediante el que se realiza una modificación, un cambio, de las normas fiscales que posee un territorio. Mediante esta reforma, y tras haber llevado a cabo los pasos necesarios, se procede a modificar la legislación impositiva de un país o un territorio. El fin es el de establecer un nuevo sistema tributario, en función del objetivo por el que se ha solicitado la reforma. Para ello, la norma debe modificarse a través del Poder Legislativo. No obstante, los cambios introducidos deben ser promulgados por el Poder Ejecutivo.
Además, la reforma fiscal suele estar muy ligada a los cambios judiciales, pues tanto los impuestos como las penas establecidas están establecidos por Ley. Cada impuesto debe quedar recogido y especificado en la legislación vigente.
¿Para qué se realiza una reforma fiscal?
Existen muchos criterios para los que puede proponerse una reforma fiscal. No obstante, de manera general, el principal objetivo de esta es el cambio del conjunto del sistema tributario que posee un territorio determinado, estableciendo un nuevo sistema que lo sustituya. Es decir, modificar las leyes que integra el sistema tributario, alterando el valor, así como las normas establecidas, del sistema impositivo que establece, con vigencia, la legalidad en el territorio.
Una reforma fiscal no debe realizarse únicamente por la necesidad de alterar el sistema impositivo. Pues, en muchas ocasiones, la reforma fiscal se aplica para introducir nuevos impuestos que desean aplicarse. También en el caso contrario, para retirar algún impuesto o norma que se encuentra vigente.
Diferencia entre reforma fiscal y política fiscal
Aunque son dos conceptos que parece que representan lo mismo, estamos hablando de dos cosas muy distintas. La reforma fiscal, por un lado, se integra dentro de la política fiscal. Pues es la política fiscal la que determina, por así decirlo, la fiscalidad que va a adoptar el país. Tanto la fiscalidad como la reforma necesaria que precisa el sistema tributario para poder llevar a cabo la política fiscal planteada.
Es por ello que, como mencionábamos, la reforma fiscal hace alusión a un cambio impulsado por el Gobierno en el sistema tributario de un territorio. Mientras que, por otro lado, la política fiscal es la rama de la política económica que se encarga de configurar el sistema tributario, así como los gastos del país, con un fin determinado.
Ejemplo de reforma fiscal
Para hacernos una idea de lo que significaría el concepto en la práctica, vamos a poner un ejemplo de lo que se podría considerar una reforma fiscal en un territorio.
El estado decide que desea ingresar más dinero para las arcas públicas, ya que, dentro de su política de gasto, se establecen nuevas partidas de gasto público. Para ello, el estado quiere subsanar ese gasto con un mayor ingreso, proveniente de un nuevo impuesto que se va a introducir en el sistema, el cual van a pagar las empresas.
Para ello, el estado presenta su propuesta de reforma. Esta, una vez presentada, es aprobada por todos los parlamentarios. Así, pasa al Poder Legislativo, que introduce las modificaciones en la Ley, posteriormente promulgada por el Poder Ejecutivo. En esta nueva ley se establece que las empresas que facturen más de un millón de euros, por obligación, deben abonar un 2% de sus ingresos.
Así, la modificación establecida en las leyes, sujeta a una serie de normas, es lo que se considera una reforma fiscal. Y es que, no es preciso que tenga que cambiar el sistema tributario en su totalidad, pues pueden ser modificaciones que introduzcan un pequeño cambio, así como sustituciones que integren un nuevo sistema tributario.