No cabe duda de que la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue una lucha entre las grandes potencias por los recursos. Dos grandes bloques fueron los que se enfrentaron en la Gran Guerra. De un lado combatieron Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, también conocidos como los aliados. En el bando contrario se encontraban los llamados imperios centrales de Austria-Hungría, Alemania a los que se unirían Turquía y Bulgaria.
Ya en el siglo XIX se fraguaron las primeras tensiones políticas entre las grandes potencias europeas. El desarrollo económico y el proteccionismo, hicieron que los estados europeos buscasen extenderse a nuevos territorios. Las colonias en Asia y África pasaron a convertirse en una importante fuente de materias primas, así como también suponían la expansión a nuevos mercados para los países europeos.
Origen de la Primera Guerra Mundial
Gran Bretaña había alcanzado un espectacular nivel de industrialización, convirtiéndose en la gran potencia económica. Por su parte, Francia, que también poseía un importante grado de industrialización. Tras resolver sus rivalidades coloniales, ambas potencias, apostaron por el entendimiento.
Sin embargo, a partir de 1870, Alemania, con su unificación, se había erigido como un coloso económico y un rival militar a temer. Con el káiser Guillermo II, Alemania ya no solo pretendía aislar a Francia, sino que buscaba disputarle la hegemonía a Gran Bretaña.
Todo ello se tradujo en una carrera armamentística. Alemania estableció el servicio militar obligatorio, mientras que Gran Bretaña, apostó por un ejército de menor tamaño, pero altamente profesionalizado. A su vez, la técnica se ponía al servicio de la guerra, creándose nuevas y mortíferas armas como los submarinos, las ametralladoras y poderosos acorazados. En este sentido, las grandes empresas industriales vieron como el rearme engrosaba sus pedidos.
Al tiempo que los ejércitos aumentaban y los países forjaban alianzas para evitar quedar aislados, se producía una gran exaltación del nacionalismo. No hay que olvidar que los Balcanes se habían convertido en un gran foco de tensión, pues eran un polvorín que podía prender la mecha de un conflicto a nivel planetario. Y es que existían fuertes recelos entre Austria-Hungría y Rusia por el control de los Balcanes. Así, los rusos necesitaban los Balcanes para contar con una salida al mar Mediterráneo.
La anexión de Bosnia Herzegovina por parte de Austria Hungría vendría a echar más leña al fuego en una zona geográfica ya de por sí compleja. Aquello supuso toda una provocación a Serbia y a Rusia, que buscaba una mayor presencia eslava en los Balcanes. Esta anexión por parte de Austria Hungría fue posible gracias al apoyo de sus aliados alemanes.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando
Un incidente tendría fatales consecuencias en el destino del mundo. El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando de Austria fue asesinado en la ciudad de Sarajevo.
El autor del magnicidio era un bosnio proserbio llamado Gavrilo Princip, miembro de la organización Joven Bosnia. Esta organización era partidaria de una Gran Serbia al tiempo que defendía una Bosnia libre del yugo de Austria Hungría. De este modo, la creciente tensión entre Austria Hungría y Serbia avanzaba inexorablemente hacia una guerra.
La fase diplomática estaba en marcha y Alemania volvía a mostrar su firme respaldo a Austria Hungría. Por su parte, los rusos se posicionaron del lado de Serbia. Los serbios no aceptaron la totalidad del ultimátum de Austria Hungría y comenzaron las movilizaciones de los ejércitos. La Primera Guerra Mundial había estallado.
Una guerra de proporciones nunca vistas
Todos esperaban que la Primera Guerra Mundial fuese un conflicto intenso pero rápido. Sin embargo, lo que se creía que podía durar semanas o meses, terminó prolongándose durante cuatro largos años.
Los primeros escenarios bélicos fueron los territorios del norte de Francia, mientras que en el frente oriental, alemanes y austrohúngaros luchaban contra los rusos. También la posterior entrada de Italia en la guerra junto a los aliados supuso la apertura de un frente en el norte de Italia.
En las colonias, Oriente Medio sería el escenario de las luchas entre los británicos y el Imperio Otomano. Cabe destacar que, en aquel frente, el oficial británico conocido como Lawrence de Arabia terminaría distinguiéndose en su lucha contra las fuerzas turcas, acaudillando a los árabes en una guerra por liberarse del yugo otomano.
La fase inicial del conflicto se caracterizó por una guerra de rápidas ofensivas. A pesar del importante avance alemán, que logró barrer a las tropas belgas, franceses y británicos se las arreglaron para contener la avalancha alemana en 1914. Especial mención merece la batalla del Marne, donde los franceses frenaron el avance germano y lograron salvar París.
Alemania lograría importantes éxitos militares en el frente oriental, derrotando contundentemente al ejército ruso en la batalla de Tannenberg. Sin embargo, la guerra de movimientos no había servido a Alemania para lograr una rápida victoria. De hecho, el Imperio Alemán había quedado empantanado en una lucha sin cuartel en el frente oriental y en el frente occidental.
La guerra de trincheras
Con los frentes estabilizándose, Europa quedó surcada por un sinfín de trincheras y alambradas. Las grandes potencias se habían enzarzado en una guerra de desgaste. De hecho, colosales batallas como Verdún (1916) y el Somme (1916) se convirtieron en un sangriento ejemplo de lo que significaba la Primera Guerra Mundial. Cientos de miles de hombres perecían entre el alambre de espino, incapaces de lograr ganancias territoriales significativas.
En el frente turco también se luchaba con fiereza, donde las tropas francesas, británicas, australianas y neozelandesas sufrieron una dolorosa derrota a manos de los otomanos en Gallípoli, en los Dardanelos.
Mientras todo esto sucedía, la industria producía nuevas y cada vez más mortíferas armas con las que hacer la guerra. Así, se introdujeron innovaciones bélicas como la aviación de combate, los tanques y los submarinos. Incluso se utilizó por primera vez armamento químico en forma de gas venenoso.
La fase final de la guerra
1917 fue un año decisivo en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. La salida de Rusia como consecuencia de la revolución fue un duro golpe para los aliados. Sin embargo, la entrada de Estados Unidos en la Gran Guerra significó un balón de oxígeno para países como Francia y Gran Bretaña, cuyo esfuerzo bélico las había llevado al borde del agotamiento.
En su afán por lanzar una ofensiva decisiva que diese la victoria final a Alemania, el mariscal Ludendorff, el gran caudillo militar alemán, ordenó ataques masivos en el frente occidental en la primavera de 1918. Pese a que la ofensiva puso contra las cuerdas a la Entente, Alemania agotó sus últimos recursos y los aliados pasaron al ataque en lo que se denominó la Ofensiva de los Cien Días, sellando la derrota definitiva de Alemania. Por fin, el 11 de noviembre de 1918, el Imperio Alemán solicitaba el armisticio cerca de Compiegne.
También en Oriente Medio, tropas británicas y de la Commonwealth, apoyadas por los árabes, lograron una sucesión de importantes victorias que condujeron al colapso del Imperio Otomano.
Acuerdos de paz y consecuencias de la guerra
Tras algo más de cuatro años de guerra, la Primera Guerra Mundial había dejado entre 9 y 10 millones de muertos solo entre los combatientes, sin dejar de lado que también habían perecido millones de civiles. Grandes extensiones de terreno habían quedado devastadas en Francia, Bélgica y el nordeste de Italia.
El pueblo alemán había terminado hastiado de la guerra, que le costó la abdicación al káiser Guillermo II. La desmoralización y las privaciones tanto en el frente como en la retaguardia habían hecho mella entre los alemanes, dejándolos al borde de las revueltas sociales. En este sentido, los espartaquistas pretendían llevar a cabo una revolución al estilo soviético. De hecho, en enero de 1919, el gobierno alemán, en manos de los socialdemócratas, aplastó las revoluciones comunistas con el apoyo de una fuerza irregular conocida como los Freikorps.
En cuanto al diseño de los tratados de paz, quedaba por delante un trabajo muy complejo. Los vencedores buscaban imponer unas condiciones duras, hasta tal punto que los países derrotados quedaron excluidos de participar en los acuerdos de paz. Estamos ante el Tratado de Versalles.
De este modo, Alemania fue obligada a asumir los costes de las reparaciones de la guerra. Quien insistió en debilitar a Alemania fue el primer ministro francés Georges Clemenceau que llegó a decir “Alemania pagará”.
Otras sanciones que debería soportar Alemania sería una más que considerable reducción del tamaño de su ejército, así como la pérdida de Lorena, Alsacia y todo su imperio colonial.
Por su parte, el presidente estadounidense Wilson propuso la creación de la Sociedad de Naciones, organismo precursor de la ONU que debía servir como foro de diálogo para evitar futuras guerras.
Los tratados de paz también significaron el final del Imperio Austrohúngaro (tratado de Saint Germain) disgregándolo diversos estados: Austria, Hungría y dando lugar a la creación de Yugoslavia. En cuanto al Imperio Otomano, Francia y Gran Bretaña se repartieron una parte importante de sus territorios en Oriente Medio.
Aspectos económicos
La movilización de millones de hombres para combatir en las trincheras supuso un esfuerzo económico descomunal. De hecho, se estimaba que, para dotar de las armas, suministros y equipo necesario a cada soldado, se precisaban al menos tres trabajadores.
A diferencia de otras guerras, en las que los ejércitos se aprovisionaban de cuanto encontraban a su paso, en la Primera Guerra Mundial, el ferrocarril permitía llevar todas las provisiones necesarias al frente.
Los problemas de abastecimiento se hicieron palpables en todos los países que participaron en la contienda. Las materias primas escaseaban, se impuso el racionamiento y otra serie de controles, sin dejar de lado que se hicieron grandes esfuerzos para conseguir reemplazar a los trabajadores que habían marchado a la guerra. De ahí que muchas mujeres terminasen ocupando los puestos que los hombres habían dejado vacantes en las fábricas.
La industria era clave en el esfuerzo bélico y Francia había perdido sus zonas más industrializadas, que habían caído bajo dominio alemán. Por su parte, Gran Bretaña mostraba una gran dependencia de las exportaciones estadounidenses. Más aún, Estados Unidos contribuyó a financiar el coste de la guerra con sus préstamos. Cabe señalar que la situación de Alemania era especialmente compleja, pues estaba sometida a un bloqueo.
Los precios de los bienes de primera necesidad aumentaron considerablemente y el consumo venía limitado por las cartillas de racionamiento. De hecho, la escasez de alimentos resultó terriblemente dañina para la moral en la retaguardia.
Si los años previos a la guerra habían estados caracterizados por un capitalismo liberal, en la Primera Guerra Mundial, los estados pasaron a tomar el control de la economía. De este modo, los estados etablecían los precios, tomaban medidas de regulación en los mercados y controlaban la producción.
Gracias al estallido del conflicto, la economía de los países neutrales despegaría debido al incremento de sus exportaciones. Y es que, los contendientes lograban abastecerse gracias a las exportaciones de los estados neutrales. Sirva como ejemplo el caso de España, donde destacó su industria pesada y textil, así como la marina mercante.